Las luces y las sombras
Imagina que tienes una lámpara con un regulador de intensidad. Cuando la luz es tenue, apenas se definen las sombras. Pero si la luz se vuelve muy intensa, la sombra proyectada es profunda y perfectamente delineada. Así mismo funciona el juego de las luces y sombras dentro de nosotros.
“Nuestro entorno será una consecuencia de nuestro comportamiento y actitud.”
En la observación de otros, en la experimentación conmigo mismo y en las cientos de retroalimentaciones que he realizado con el test DISC/HOPE, he comprendido algo fundamental: todos tenemos comportamientos que le aportan valor a nuestras relaciones, pero también tenemos otros que, sin darnos cuenta, las deterioran lentamente.
Algunos son tan automáticos que ni siquiera los notamos. Y en otros casos, son tan conscientes que hay quien dice con total seguridad: “Así soy, y que los demás me aguanten, porque así he sido siempre.”
“Reconocer nuestras sombras es un acto de humildad. Aceptarlas, un acto de valentía. Y transformarlas, un verdadero acto de madurez.”
Todos tenemos la capacidad de autogestionarnos
Así como cada día trae su propio afán, cada luz y cada sombra trae su propio reto. Detrás de cada comportamiento que queremos transformar hay una raíz en nuestro temperamento, y comprender esa raíz nos permite trazar un camino más efectivo hacia la evolución personal.
Cada uno tiene su ruta para elevar la conciencia. En mi caso, cuando miro hacia atrás, me encuentro con un joven explosivo, que detonaba “porque sí o porque no”. Recuerdo a una de mis hermanas repitiéndome: “¡Deje esa cara de bulldog!”
Y aunque todavía me lo dice, ya no es con la misma frecuencia.
Durante muchos años, cargué excusas para estar de mal genio, y para atacar verbalmente al primero que se cruzara en el momento equivocado. Transformar esa reacción automática no ha sido fácil. Cambiar mi “cara de bulldog” no ocurrió de la noche a la mañana.
Como en cualquier proceso de cambio, el primer paso es reconocer que hay algo que no está funcionando. Luego, dependiendo del arraigo del comportamiento, se puede iniciar el proceso con guía o ayuda profesional. En mi caso, hacerlo solo no habría funcionado.
No se trata de eliminar la sombra
Lo que intento no es eliminar la sombra, sino jugar conscientemente con la intensidad de mi luz. La sombra nunca se irá del todo, siempre estará ahí. Pero cuanto más luz hay, más definida y visible es la sombra… y eso no siempre es malo. Lo importante es reconocer cuándo está por aparecer.
Hoy sé que si he aprendido a vivir con más calma y paz, debo estar atento a los pequeños signos que me avisan cuando estoy por cruzar el límite.
Mi sombra no desapareció, pero ahora sé leerla antes de que me devore.
No se trata de negar lo que fuimos, sino de reconocer lo que podemos transformar.