¿Te has preguntado alguna vez por qué hay personas que cambian fácilmente no solo de trabajo, sino también de lugares, pertenencias o círculos sociales?
El modelo DISC puede ofrecerte una brújula de comprensión sobre el comportamiento humano y ayudar a entender por qué tendemos a responder de ciertas maneras frente a determinados escenarios.
Mi historia: de inventarios a la autogestión
Mi nombre es Ernesto Abello. Hoy tengo 45 años y he recorrido oficialmente 27 años en el mercado laboral; aunque si incluyo los trabajos informales —que también fueron trabajos—, podría decir que llevo 33 años aportando en diferentes sectores.
Hoy soy esposo, papá, hermano, amigo, coach, consultor en desarrollo de talento humano, conferencista, docente, estudiante… Vivo múltiples roles y, muchas veces, la vida me pide transitar entre ellos en cuestión de horas.
A los 12 años contaba inventarios en la empresa de mi papá mientras mis amigos jugaban. Fui “dummie” de una pizzería repartiendo volantes en la calle, ayudante de mecánica, instalador de radios y vidrios eléctricos, asesor de servicio, coordinador y gerente de talleres automotrices, interventor de sistemas de información, gerente de una fábrica, auditor de calidad, cocinero, masajista… y en los últimos 12 años, consultor en desarrollo de talento humano.
El común denominador: personas, roles y resultados
En todos esos escenarios —Suramérica, algo de Centroamérica, un pedazo de Norteamérica y Europa— he visto siempre lo mismo: personas relacionándose, ejerciendo roles y buscando resultados.
Y, aunque nos movemos a diario, pocos se conocen realmente para entender por qué reaccionan como reaccionan.
Cuando DISC apareció en mi camino
Hace 12 años me certifiqué en DISC. Aunque soy Administrador de Empresas de formación, esa certificación me abrió los ojos a un primer nivel de autoconocimiento.
En los primeros dos años me apliqué varias veces el test DISC, esperando ver si había cambiado. Descubrí que mi base se mantenía estable, aunque ciertos matices variaban.
Fue entonces cuando un concepto que estaba allí —casi desapercibido en la formación— cobró sentido profundo para mí: el TEMPERAMENTO.
Comprendí que el temperamento abarca el talento natural que cada individuo posee, y que, de manera inconsciente, guía sus conexiones, sus rechazos, su forma de justificar comportamientos adecuados o inadecuados ante diferentes situaciones.
El temperamento, el ego y la autogestión
Confieso con humildad: he evolucionado, pero no soy perfecto. Y aunque he trabajado mucho en mi autogestión, hubo momentos en mi vida donde actué con arrogancia, y no fue divertido… ni para mí ni para quienes me rodeaban.
Al mirar mi historia, entendí por qué en mi infancia probé tantos deportes: en todos me esforzaba por destacar, pero si no lograba ser el mejor o si sentía que ya había alcanzado un techo, perdía el interés y abandonaba.
Mi padre (Q.E.P.D.) solía decirme que me faltaba constancia. Y tenía razón… aunque hoy sé que no era constancia para alcanzar el logro, sino para sostener el logro.
En aquel tiempo, ni él ni yo teníamos la información que DISC brinda. Hoy entiendo que el juego dinámico entre mi motivador y mi miedo, ligados a mi temperamento, impactaba mis emociones y, en consecuencia, mi voluntad.
Cocinar: un acto cotidiano de autogestión
Hoy disfruto cocinar para mi esposa y mis hijos. No soy un “comelibros”, pero cuando algo me apasiona, como la cocina, me entrego con gusto.
Escuchar un “¿por qué cocinas tan rico?” o un “ya no queremos salir a restaurantes” alimenta algo en mi alma.
Y aunque a veces sé que un plato no quedó perfecto y mi mente tiende a la crítica interna, gracias a mi proceso de autoconocimiento y autogestión he aprendido a no desfallecer ni maltratarme. He ganado constancia donde antes había solo impulsos breves.
Sigo luchando en otras áreas de mi vida, pero ahora con conciencia, sin perder mi paz.
DISC y HOPE: dos aliados para liderarme
Hoy sé que liderarme no significa ser perfecto, sino ser consciente.
Y sé que contar con herramientas como DISC y su evolución en HOPE ha sido tener una brújula viva que me ayuda a reconocerme, a reencuadrarme y a redireccionar mi energía cada día.
Si tú también quieres descubrir no solo quién eres, sino quién puedes llegar a ser, te invito a seguir acompañándome en este viaje que apenas comienza.